Muchas veces sentimos la necesidad de comer o de picar algo aunque no tengamos necesariamente hambre. Tenemos ganas de comer chocolate, patatas… y las comemos casi de forma compulsiva, sin disfrutar del sabor y comiendo más cantidad de la estrictamente necesaria. Y esto es porque nuestras emociones y nuestro estado de ánimo nos influye directamente en nuestro apetito.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar, si vamos a comer algo de forma impulsiva, debemos ser capaces de detectarlo y de preguntarnos si tenemos realmente hambre real o es hambre emocional. Esto lo podemos detectar porque cuando tenemos hambre real, sentimos este hambre en el estómago y responde a una necesidad fisiológica (hace horas que no hemos comido). Si no es así, lo mejor es meditar unos segundos para bajar nuestro nivel de ansiedad. También podemos prepararnos una infusión relajante que hará que disminuya nuestro nivel de ansiedad y que durante el tiempo que la estamos preparando, se nos olvide este «hambre psicológico».

Vídeo sobre psiconutrición

En este artículo podéis ver un breve vídeo sobre psiconutrición que corresponde a la aparición en el programa de Las Mañanas de La 1 dentro de la sección de salud. Aquí explico algunos casos de hambre emocional y pequeños trucos para superar esta situación.